Jacinot y Su Bulto: La Cara Desconocida del Narcotrafico en Mexico
Jacinto
había vendido mucha marihuana; él iba a comprarla a la montaña, se
hacía tres horas para llegar allá, en un camión desvencijado, todo
destartalado. Allá tenía compadres a quienes les llevaba dinero en
efectivo. Los compadres lo trataban bien como a todo fuereño, lo
agasajaban con unas tortillas hechas a mano, del buen maíz, del criollo
como le solían llamar, con una salsa machacada en molcajete.
Acompañaban el taco con un queso fresco que la comadre había conseguido
con una vecina cuyas vaquitas le daban 6 litros de leche diarios, y su
café de olla, bien cargado. Muchas familias sembraban maíz, fríjol,
calabaza, tenían matas de chile y jitomate, y ya más allá, dentro de la
maleza, había que caminar una hora a lomo de caballo, la montaña se
podía tragar a uno si se atrevía a ir sin rumbo fijo. Allá sembraban, y
vigilaban desde una cueva que había que alcanzar subiendo por la ladera,
por un sendero escondido por la maleza que crece día con día. Era del
tamaño de tres canchas de fútbol, todo lleno de matas más altas que yo.
Ahí estaba el tesoro “maldito”, estigmatizado por los medios, esperando
salir a conocer el mundo…producir era barato, no necesitaba tanto
trabajo como el maíz, ni fertilizantes, ni pesticidas, ni semilla disque
mejorada ni tanta agua como el arroz. Y se cambiaba por un poco de
dinero en efectivo, quizá para que el hijo pagara al coyote
el viaje al norte, o a lo mejor se usaba para hacerle la boda al hijo
mayor. Su tierra es la montaña, son ejidatarios o comuneros, para el
caso es lo mismo: trabajan la tierra para mantenerse ellos mismos,
porque el maíz no sale a la venta, lo pagan muy barato los de la
CONASUPO, es precio de garantía,
le llama el gobierno. Para el maíz no había libre mercado porque el
gobierno imponía el precio, ahora como está en manos de empresas
agroindustriales, ocurre lo contrario, sube y sube y sube de precio.Jacinto pagaba 100 pesos por kilo, nomás llevaba para cinco. Y el compadre le regalaba otro, el pilón.
Al igual que otros habitantes de ahí mismo, salía de ese pueblo con su
carga; llevaban guajes, gallinas, guajolotes, chapulines, cuanto cosa se
podía vender en poblaciones más grandes, otros iban a la ciudad a
alquilarse en la construcción, y Jacinto llevaba la suya, entre otros
bultos, bien envuelta en plástico untado de chile para inhibir el olor
fortísimo de la resina de la florY
Jacinto era albañil, su compañera era su cómplice, la ama de casa que
supervisa que los niños vayan a la escuela bien comidos y bien
bañaditos. Los norteños le han pedido que trabaje para ellos; él les
jura y perjura que ya no vende, pero le queda la pregunta: ¿cómo saben
que es distribuidor si ante todos es albañil?, ¿la federal
les pasará la lista? Si lo descubren que todavía abastece a
profesionistas, diputados, pequeños comerciantes, estudiantes
universitarios y otros albañiles, no vivirá para contarlo. Lo tiene muy
claro, los chacales de la mafia se agasajarían con su cuerpo y su
familia enterraría sólo despojos de él.
DRP
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